CAMINANDO CON JESUS, CRISTO MIGUEL - 05 - SU TRIGÉSIMO PRIMER AÑO
Durante la mayor parte del año 25 d.C. Jesús, siempre caminante, realizó
en soledad numerosos recorridos, por Palestina y Siria.
De su paso quedan referencias por cómo era conocido en los distintos
lugares: el escriba de Damasco, el carpintero de Nazaret, el constructor de
barcas de Cafarnaúm o el educador de Alejandría.
En Antioquía se detuvo 2 meses, trabajando, observando, estudiando y comprendiendo cómo viven, piensan y sienten los hombres y mujeres de allí. Diez años después cuando Pablo pasó predicando por la zona, escuchó hablar del escriba de Damasco, pero nunca supo de quien se trataba.
Luego pasó por Cesárea, Jope, Jamnia, Asdos y Gaza. De allí a Beerseba en el sur y en su recorrido final por Palestina hasta Dan en el norte, pasando por Belén, donde nació, Jerusalem, Beerot, Lebona, Secar, Siquen, Samaria, Geba, En Ganim, Endor y Madón. Atravesando Magdala y Cafarnaúm siguió hacia el norte pasando al este de las aguas de Meron, y de Cárata hasta Dan o Cesárea de Filipo.
Por indicación o inspiración del Ajustador de Pensamiento interior, Jesús fue llevado a apartarse hacia un sitio solitario, para terminar el trabajo de dominar su mente humana y completar la consagración a la tarea que quedaba por realizar en su vida en la tierra.
Se hace necesario aquí abordar el conocimiento de lo que no es común de escuchar y entender y me refiero a la existencia de los Ajustadores de Pensamiento, fragmentos del Padre Universal que residen en nosotros, de modo tal que para encontrar a Dios no necesitamos salir de nosotros mismos. Por eso es que se nos alienta a buscar a Dios dentro nuestro. Porque a través de lo que se llama Ajustador de Pensamiento, está una parte del Padre Universal residiendo en nosotros, y es esa la razón por la cual tenemos consciencia de Dios.
Pero, es a partir de la evolución del alma que podemos llegar a tomar consciencia de la presencia divina a través de un Ajustador, y el alma misma es una construcción evolutiva conjunta entre nosotros y nuestros Ajustadores.
Los Ajustadores son seres de perfección emanados del Padre y previamente entrenados para la función que van a cumplir. Se nos asigna uno desde el momento en que tomamos la primera decisión moral, lo que en promedio sucede alrededor de los seis años de edad.
Y se entiende por decisión moral cuando el niño en su accionar distingue
la diferencia entre bien y mal, correcto o incorrecto.
De todos modos, las mentes humanas van siendo preparadas desde ese momento para la presencia de un Ajustador y estos, fueron otorgados a nuestra humanidad en el día de Pentecostés, cuando los apóstoles estaban reunidos, y por obra de una gracia del Padre y una promesa de Jesús, la de enviar al Espíritu de la Verdad. A partir de ese momento la humanidad se hizo acreedora a recibir ese regalo del Padre Universal.
Los Ajustadores son seres reales, y aunque no se les puede dar una personalidad son perfectamente identificables.
Ellos impulsan la creencia en Dios, son fuente de altruismo, hacen real
nuestra perspicacia sobre el cosmos, se preocupan por nuestro bienestar
temporal y eterno, crean nuestro anhelo de ser como Dios, de querer ser
perfectos. Son un fragmento del Dios viviente residiendo dentro de nosotros.
Después de unos días cerca de Cesárea de Filipo, Jesús compró provisiones, una mula de carga y contrató a un ayudante, Tiglat y se dirigieron a un poblado conocido como Beit Jenn, al pie del Monte Hermón. Mediaba agosto del año 25, cuando cumpliría 31 años. Comenzaron el ascenso y más o menos a los 2 mil metros construyeron un recipiente con piedras donde Tiglat le dejaría alimentos dos veces por semana.
A partir de allí subió solo, “hacia la última contienda con las
realidades de la existencia mortal”. Allí tendría un encuentro con Lucifer, o
sus enviados. Participaría en la gran prueba solo, con la única ayuda de su
Ajustador interior.
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