CAMINANDO CON JESUS, CRISTO MIGUEL - 09 - EL BAUTISMO
El autootorgamiento de Cristo Miguel, la donación como Jesús, contenía
una característica diferente a como los judíos entendían al Mesías.
Muchas eran las interpretaciones de cómo sería la tarea para liberar al
pueblo de Israel e incluso tampoco tenían claro de que liberación se trataba
cuando se hablaba del “nuevo reino”.
Pero entre todas las concepciones que se hacían sobre la naturaleza del
Mesías ninguna llegó a comprender que la característica principal era la unión de lo humano y lo divino en un ser
terrenal.
“Captaban el concepto humano del Mesías como hijo de David, tal como había sido presentado por los primeros profetas; también comprendían al Mesías como Hijo del Hombre, la idea súper humana de Daniel y de algunos de los últimos profetas, e incluso como Hijo de Dios, tal como lo habían descrito el autor del Libro de Enoc y algunos de sus contemporáneos. Pero nunca llegaron a considerar, ni por un solo instante, el verdadero concepto de la unión, en una sola personalidad terrestre, de las dos naturalezas: la humana y la divina. La encarnación del Creador en forma de criatura no había sido revelada de antemano. Sólo fue revelada en Jesús. El mundo no sabía nada de estas cosas hasta que el Hijo Creador se hizo carne y habitó entre los mortales del planeta.”
Cuando se menciona a Cristo Miguel, o Miguel de Nebadón como “Hijo Creador” no debe olvidarse que una de las atribuciones que tiene el administrador de un universo como Él, es la de crear vida y seres materiales, razas, tanto humanoides como de otras especies.
El bautismo de Jesús se dio en un momento de apogeo de la predicación de Juan y cuando Palestina estaba esperanzada con su mensaje de que “el reino de Dios está cerca”.
Para Jesús se daba en el momento más elevado de su ascensión evolutiva humana en todos los aspectos relacionados con la
conquista de la mente y la identificación del “yo” con el espíritu.
Ese día, estuvo de pie en el Jordán como un mortal perfeccionado de los mundos evolutivos del tiempo y del espacio (mundos de materia). Una sincronía perfecta y una comunicación plena se habían establecido entre la mente mortal de Jesús y su Ajustador espiritual interior, el don divino de su Padre del Paraíso. Desde la ascensión de Cristo Miguel a la jefatura de su universo, un Ajustador como este reside en todos los seres normales que viven en Urantia (La Tierra), excepto que el Ajustador de Jesús había sido preparado previamente para esta misión especial, habiendo habitado de manera similar en Maquiventa Melquisedec, otro súper humano encarnado en la similitud de la carne mortal.
Cuando Juan reconoció a su primo carnal Jesús en la cola de los penitentes le preguntó “¿Por qué bajas hasta el agua para saludarme?” “Para someterme a tu bautismo”, contestó Jesús.
“Pero soy yo quien necesita ser bautizado
por ti. ¿Por qué vienes hasta mí?” El
Maestro susurró a Juan: “Se indulgente conmigo ahora, porque conviene que demos
este ejemplo a mis hermanos que están aquí conmigo y para que la gente pueda
saber que mi hora ha llegado”.
Para entender lo que en realidad sucedió en el momento del bautismo, explicado a la luz de las revelaciones que constan en el Libro de Urantia, vamos a transcribir uno de sus párrafos:
Esta ceremonia era el acto
final de su vida puramente humana en la Tierra, y muchos observadores súper humanos
(seres de luz, maestros,
ángeles, arcángeles, etc.) esperaban
presenciar la fusión del Ajustador con la mente que habitaba, pero todos estaban
destinados a sufrir una desilusión. Ocurrió algo nuevo y mucho más grandioso.
Mientras Juan imponía sus manos sobre Jesús para bautizarlo, el Ajustador
residente se despidió para siempre del alma humana perfeccionada de Josué ben
Joseph. Unos instantes después, esta entidad divina regresó de Divinington como
Ajustador Personalizado y jefe de sus semejantes en todo el universo local de
Nebadón.
(Divinington es un mundo, sede de una manifestación especial del Padre Universal, y lugar de reunión de los Ajustadores).
Jesús pudo así observar a su propio espíritu divino anterior regresar y descender sobre él de forma personalizada. Y entonces oyó hablar a este mismo espíritu originario del Paraíso, que decía: "Éste es mi Hijo amado en quien tengo complacencia". Juan y los dos hermanos de Jesús también oyeron estas palabras. Los discípulos de Juan, que estaban al borde del agua, no las oyeron ni tampoco vieron la aparición del Ajustador Personalizado.
Sólo los ojos de Jesús
contemplaron al Ajustador Personalizado.
Cuando el Ajustador Personalizado retornado y ahora ascendido hubo hablado así, todo fue silencio. Y mientras los cuatro interesados permanecían en el agua, Jesús levantó la mirada hacia el cercano Ajustador y oró: "Padre mío que reinas en el cielo, santificado sea tu nombre. ¡Que venga tú reino! Que tu voluntad se haga en la tierra, así como se hace en el cielo". Cuando terminó de orar, "se abrieron los cielos", y el Hijo del Hombre contempló la imagen de sí mismo como Hijo de Dios, presentada por el Ajustador ahora Personalizado, tal como era antes de venir a la tierra en la similitud de la carne mortal, y tal como volvería a ser cuando terminara su vida encarnada. Jesús fue el único que presenció esta visión celestial.
Lo que Juan y Jesús oyeron fue la voz del Ajustador Personalizado, hablando en nombre del Padre Universal, porque el Ajustador proviene del Padre del Paraíso y es semejante a él. Durante el resto de la vida terrenal de Jesús, este Ajustador Personalizado estuvo asociado con él en todas sus obras; Jesús permaneció en constante comunión con este Ajustador ascendido.
Luego del bautismo Jesús se retiró cuarenta días en meditación a dialogar con el Padre, tal como sucede en los mundos más elevados (morontiales) cuando un humano en su carrera ascendente se fusiona con la presencia interior del Padre Universal. Esa fusión que nos espera algún día en nuestro retorno de mortales ascendentes, dentro de un largo tiempo, no determinado.
Aclaración del Libro de Urantia:
Jesús tenía
casi treinta y un años y medio cuando fue bautizado. Aunque Lucas dice que fue
bautizado en el decimoquinto año del reinado de Tiberio César, lo que nos daría
el año 29 puesto que Augusto murió en el año 14, hay que recordar que Tiberio
fue co emperador con Augusto durante dos años y medio antes de la muerte de
este último, habiéndose acuñado monedas en su honor en octubre del año 11. El decimoquinto
año de su reinado efectivo fue, por tanto, este mismo año 26, el del bautismo
de Jesús. Éste fue también el año en que Poncio Pilatos empezó a mandar como
gobernador en Judea.
La aclaración del libro no dice, pero de ella se desprende que Jesús fue crucificado cuando tenía 36 años, lo que es consistente con lo que se llama la plantilla creacional 12, que es la plantilla que aloja la frecuencia del Amor Incondicional, vinculada a la geometría sagrada, vigente en el universo y que guio la vida del Maestro. No vamos a explicarlo, porque no es el motivo de esta recopilación, pero solo digamos que por eso eran 12 los apóstoles, 12 los meses del año, los signos del zodíaco, los sistemas del cuerpo humano, etc., etc., etc.
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