CAMINANDO CON JESUS, CRISTO MIGUEL - 07 - MIENTRAS LLEGA LA HORA
En los tiempos del día de la expiación, Yon Kipur y la fiesta de los
tabernáculos Jesús se reunió con su familia un sábado y al día siguiente partió
con Juan, hijo de Zebedeo, por el este del lago y a través del valle del
Jordán. Juan sería uno de los apóstoles y el que dictara mucho tiempo después
el conocido Evangelio de Juan.
Al pasar por Betania pasaron la noche en casa de Lázaro y luego
partieron para Jerusalén.
Estuvieron durante tres semanas en los alrededores de la ciudad a la que Juan iba todos los días mientras Jesús varias veces se quedaba y se mantenía en comunión con el Padre.
Nos cuentan que “Para el Hijo del
Hombre, este espectáculo resultaba lastimoso y patético. Lo veía todo como una
falsa representación del carácter y de los atributos de su Padre celestial.
Consideraba los acontecimientos de este día como una parodia de los hechos de
la justicia divina y de la verdad de la misericordia infinita. Ardía en deseos
de proclamar la auténtica verdad sobre el carácter amoroso y el comportamiento
misericordioso de su Padre en el universo, pero su fiel Ajustador le advirtió
que su hora aún no había llegado. Sin embargo, aquella noche en Betania, Jesús
dejó caer numerosos comentarios que perturbaron mucho a Juan, el cual nunca
comprendió por completo el verdadero significado de lo que Jesús dijo en la
conversación que tuvieron aquella noche”.
A mediados de la semana de celebración de la fiesta de los tabernáculos Jesús le dijo a Juan que se retiraría a las colinas, a pesar de que disfrutaba viendo el gozo de la gente durante la fiesta. Juan quiso acompañarlo, pero el Maestro insistió en que se quedara.
“No se te exige que lleves el peso
del Hijo del Hombre; solo el vigilante debe estar en vela mientras la ciudad
duerme en paz”.
Después de una semana en las colinas de Betania volvió a Cafarnaúm y a la mañana siguiente, fue al taller de Zebedeo, donde había dejado sus cosas, se puso su delantal y se presentó al trabajo: “Es conveniente que esté ocupado mientras espero a que llegue mi hora”.
Mientras se dedicaba a la terminación de embarcaciones, con gran dedicación, comenzaron a llegar los rumores de alguien llamado Juan que bautizaba penitentes en el río Jordán, con el mensaje de “El reino de los cielos está cerca; arrepentíos y sed bautizados”.
No confundir ambos Juanes. Este es Juan, primo de Jesús, hijo de
Zacarías, conocido más tarde como “el Bautista”.
Jesús estaba siguiendo los comentarios sobre cómo Juan venía subiendo desde cerca de Jerusalén por el río hasta llegar a un lugar cercano a Pella, en enero del año 26 d. C.
Jesús había experimentado un gran cambio en su expresión y personalidad. De aquellos que lo conocieron durante los años anteriores pocos pudieron reconocerlo en su nuevo papel de instructor, con una enorme autoridad producto de la transformación de su mente y de su espíritu que se había consolidado en la estadía en el monte Hermón.
Así fue que Jesús dejó sus herramientas, diciendo “Mi hora ha llegado” y se presentó ante Juan para ser bautizado.
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